viernes, 9 de agosto de 2013

Born to ride, ride to live

Una frase que se ha convertido en una especie de mantra para los motoristas. Este blog va a ir de motos, si otro blog más de motos custom. Pero quiero aportarle algo personal. Como se que muchas de esas preciosidades de dos ruedas no podré tenerlas quisiera que este blog se convirtiese en mi garaje “virtual”, comenzaré con las motos que me marcaron en su día, las que tuve ocasión de montar y probar, también las que espero algún día probar y para terminar con las que me gustaría mantener una relación, digamos “estable”.

 Así que arrancaré con la que fue mi primer amor, algo puramente mágico. Y si yo puedo decir que he tenido y conducido una auténtica Harley – Davidson Electra Glide. Y si quiero remarcar que fue mi primer amor porque monté en ella desde los 3 años hasta casi los seis o siete. No, no era de gasolina, pero como dicen los chavales de las gorras que compran BMW y les mola “er flamenquito h to guapo nen” me pasaba por la piedra al resto de niños del parque en sus ridículas bicicletas. Sobre la moto, prácticamente era todo de plástico, salvo lo esencial que estaba echo de acero (creedme lo comprobé tristemente años después) como el bastidor y la horquilla. Todo el carenado, como su panel de instrumentos era de plástico (y lo último una pegatina). Los cromados al nivel de plastiquero de las daystar que la gente se compra gracias a la antigüedad de tres años del B2. Las ruedas eran de goma y no de ese plástico que usan en las cutres motos que se venden ahora a los niñ@s. Una de las mejores formas de comenzar en el mundo de las dos ruedas, gracias a mis padres. Las pegas, pues como todo juguete, llega un momento en el que no puedes usarlo. Me aclaro, claro que puedes jugar con tu madelman, action man, risk, el cluedo, pero una moto a batería como que se queda corta en poco tiempo. Así fue como trataron de cambiarme mi pequeña Harley por una bicicleta. Seamos sinceros, ¿quien querría una de esas cosas que hacía simplemente unos meses dejaba atrás?, así fue como una bici criaba polvo junto con una Harley eléctrica.

Y un buen día el presidente de mi comunidad de vecinos decidió que el cuarto que tenemos para bicis sea solo de bicis y que no puede haber nada por el suelo. Desde ese día trata de hablarme lo justo y necesario, más que nada porque tuve que re-encontrarme con mi vieja moto. Mi primera y por ahora única Harley, que creo que apenas llego a rodar más de 1.000 Km. Su estado era deprimente así que volví a casa, pedí prestado un radio – cd, cogí mis herramientas, una nueva batería y un par de botellines de Guiness. Estuve cerca de cuatro horas, reparándola, poniéndola apunto. ¿Para quién?, mi madre me comento sobre una asociación que se dedicaban a recoger juguetes, muebles y demás, para después venderlos a un precio bajo para conseguir financiarse sus talleres de integración social. Le llamé, les comente sobre mi Harley y les dije que la única condición que exigía es que fuese para un niñ@ que este con sus padres. No un adulto. ¿Por qué? Porque prefiero tener en la conciencia que ahora mi peña Harley eléctrica esta haciendo feliz a un niñ@ y quizás en un futuro (como yo, espero) pueda cambiar la motorización eléctrica por una de gasolina

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